Ciudad Corpórea: Desde el habitar a la captura de la ciudad

Bastante han recorrido las artistas Lía Arenas y Valentina Pérez desde su exploración del espacio doméstico en cuarentena, con la reactivación cultural en que creadores y espacios culturales se reencuentran con frenesí, y el arte se vacía por la ciudad nuevamente. En su nueva obra, se han traído la ciudad adentro del Teatro del Puente con un montaje escénico inmersivo, colaborando con artistas jóvenes y de trayectoria, en busca de un método de trabajo tan entramado como la experiencia del cuerpo en la urbe recuperada.

por Santiago del Valle D.

La obra se llama Ciudad Corpórea y en ella el cuerpo en escena se afecta de la ciudad, encuadrándose con estructuras reflectantes y absorbiendo olas de imágenes urbanas proyectadas, y el sonido lleno de granos electrónicos y acordes melancólicos. Las performers se deslizan por el suelo negro y entre las visuales, la máquina de humo, y una tela de tul que distorsiona el video, se alzan brazos o piernas y vuelven a esconderse entre el vaivén callejero concentrado y enloquecido para el escenario.

El decrescendo de la música marca el final de la segunda ronda de improvisación y tras un breve silencio el equipo artístico comienza a comentar animadamente sus momentos favoritos. Es un día especialmente

 concurrido: en un largo mesón frente al escenario, está Valentina Pérez, revisando el registro en su cámara, su colega arquitecta y artista visual Katia Montes, de cuyo computador provienen la luz y las proyecciones. Constantino Honorato, a cargo de la música, ocupa en su estación un sintetizador análogo y otro computador. Los tres junto a Lía Arenas, en escena, son autores de Ciudad Corpórea bajo el nombre Núcleo CCEMS. En esta jornada se sumaron a ellos tres artistas invitados: Diana Carvajal (danza), Sergio Mora-Díaz (artes mediales) y José Miguel Candela (música), aportando a las rondas de improvisación con toda su expertiz. Lía se acerca al mesón para convocar a todos hacia la trastienda del teatro, donde nos esperan pasteles y café: además de ser la última sesión con invitados, es el cumpleaños de José Miguel Candela.

Cuarentenas Creativas

La concurrida mesa tras la sala del Teatro del Puente difiere bastante del primer proceso creativo de Lía y Valentina, Cuerpos Domésticos, hace dos años. Entonces, estaban en cuarentena, separadas de la ciudad que las inspiraba. “Nos surgió la necesidad de escribir, observar, movernos y sobre todo comenzar a indagar en ideas y autoras que nos planteaban la ciudad, el espacio y el cuerpo desde perspectivas feministas”, afirman. En su trabajo, la investigación y la creación artística están tremendamente entretejidas.

Además, sus indagaciones son interactivas: se sientan a conversar con sus referentes artísticos y teóricos de manera abierta a la comunidad. En Cuerpos Domésticos, esto incluyó entrevistas en vivo con las investigadoras Karen Seaman, de La Reconquista Peatonal, Paola Jirón del Núcleo MOVYT e integrantes de Ciudad Feminista.

Estas ideas clave que relacionan el cuerpo y la ciudad las acompañarían en todas sus siguientes incursiones, en las que fueron abriendo a la participación de más personas: talleres, colaboraciones creativas, el desarrollo de su propio podcast y la llegada al formato de residencia con los procesos Collage Espacial (2021) y (An)Danzas (2022).

Pudimos darnos cuenta, a través de las experiencias de las personas que se nos unieron en estas exploraciones, de cómo podíamos encontrar distintos soportes a través de una metodología que era capaz de ser maleable en relación a cómo cada persona la vivía”, explica Valentina.

Encontramos, además, que cada persona que participaba descubría esa parte donde el cotidiano es importante, interesante y puede ser incluso un objeto de análisis desde donde pueden salir creaciones”, complementa Lía.

Convertir a los referentes en parte del proceso

Para Ciudad Corpórea, decidieron agregar elementos a su método: integraron al equipo a Katia Montes y Constantino Honorato, complejizándose la naturaleza interdisciplinar de la obra, y postularon al Fondo de Artes Escénicas del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Además, integraron a tres artistas invitados, con experiencia en trabajo interdisciplinar, la ciudad y el cuerpo; y que se involucrarían en el proceso más allá de las entrevistas.

José Miguel Candela y Constantino Honorato en un ensayo de Ciudad Corpórea

El primero de ellos, y el cumpleañero de la sesión final, José Miguel Candela, es compositor con una vasta obra de música electroacústica y música para danza. Durante sus tres visitas a Ciudad Corpórea trabajó codo a codo con Constantino, revisando y retroalimentando los detalles de la música y el ámbito sonoro de la obra. Con el entusiasmo de científicos locos que tienen los músicos cuando la charla se torna técnica, ambos compositores intercambiaron métodos para conexiones más eficientes, el uso del campo estéreo y también anécdotas de cómo obtuvieron sus sintetizadores preferidos.

Pero lejos de enfrascarse en los detalles técnicos, Candela entregó certeras opiniones de la obra en construcción con un respeto y asertividad que recuerdan sus faceta de profesor, y también su experiencia trabajando con danza y en proyectos interdisciplinares.

La clave para estas colaboraciones, según él, estaría en “entender cuál era la reflexión que se está haciendo respecto al cuerpo y que implicancias sonoras tiene eso. Es un lugar súper inestable, en el cuál ocurren una serie de informaciones que se están contaminando entre sí, están siendo recíprocas, están dialogando y modificándose”, explica el compositor.

Por su parte, Diana Carvajal, cuyo trabajo la moviliza entre la danza contemporánea, el freestyle twerk, el teatro y la música, ha tenido también mucha experiencia combinando artes. Para ella, el trabajo interdisciplinar “es un potenciador para las disciplinas, y también para que aparezca algo nuevo entre medio”. Se genera “un proceso de desaprender cosas y aprender cosas”, añade, “y estar muy dispuestos a ese lugar de perderse, de estar en una zona que no es confortable y también es muy vulnerable”.

De esta manera, se suma a la escena junto a Lía, explorando series de movimientos que ocupan el espacio junto a uno de los biombos reflectantes. Durante sus tres participaciones ambas performers encontraron nuevas ideas para habitar la construcción escénica, como la de “cortocircuito”: el cuerpo que se sobrecarga de la información urbana.

La ciudad también te impone un tiempo del hacer”, dice Diana, “esta rigidez o interactividad que me permite la ciudad en ciertos espacios condicionan el tiempo de mi cuerpo, el ritmo de lo que hago, y también la capacidad de orientarme o desorientarme de lo que está sucediendo”.

Reflexiones similares pueden observarse en el frente lumínico y visual de la composición, a cargo de Katia Montes, arquitecta y artista visual. A través de dos proyectores genera un tejido de videos con imágenes de la ciudad que se refractan en tres biombos de papel espejo y tela de tul. Galerías, calles edificios se invierten y transitan entre reflejos y colores pulsantes. No fue fácil el camino a estos resultados: Valentina y Katia se enfrentaron a construir la visualidad de la obra, cuando comenzaron el proceso, en la sala de ensayo del Espacio Sinestesia. Acondicionada para el trabajo digital, impresión 3D y realidad virtual; el desafío paradójicamente las devolvía a lo elemental: la luz del sol entrando por los ventanales en la sala de paredes blancas. No fueron en vano las horas de coser cortinas negras y el doble contacto para convertir la sala soleada en inmersiva, un telón oscuro para el encuentro entre cuerpo y proyección.

En este tránsito entró a participar también Sergio Mora-Díaz, el tercer artista invitado de la residencia, especialista en artes mediales con una obra viajera que ha ocupado múltiples espacios internacionales y locales. Sergio introdujo más máquinas a la ecuación, duplicando las proyecciones, los colores y agregando bocanadas de humo que revelan y esconden el volumen del espacio en que ocurre la performance.

En su trabajo, Sergio considera a las tecnologías digitales y la luz como “mediadores” entre el cuerpo y el espacio, que “pueden aparecer como herramientas para establecer diálogos”, entre ambos, permitiendo “generar espacios que son reactivos a ciertos estímulos del cuerpo, o que se pueden modificar también para generar, a su vez, sensaciones corporales o perceptuales”, explica.

El cuerpo empieza a generar esos movimientos internos que son producto de la experiencia en la ciudad”, observa sobre Ciudad Corpórea, “y luego éstos se trasladan a este espacio escenográfico o instalativo y se manifiestan”.

De esta forma sus métodos se empastan rápidamente con Ciudad Corpórea, que “sin duda es un proyecto totalmente transdisciplinar, existen múltiples cabezas, cada una pensando diferentes cosas y entre todos proponiendo este espacio performático también que incluye áreas de la danza, de la arquitectura, de la música”, añade Sergio.

El método abre la palabra

Foto de la performance Ciudad Corpórea

El lunes 5 de diciembre el equipo completo se reencontrará con los artistas invitados y el público que podrá llegar al Teatro del Puente para participar de la apertura de proceso de Ciudad Corpórea, poniendo un posible final al camino que ha recorrido el Núcleo CCEMS.

Con bitácoras temporales, registros audiovisuales y libretas llenas de notas y observaciones, Lía Arenas y Valentina Pérez navegan el proceso con su organización habitual y siempre depositando confianza en las metodologías que han descubierto desde sus primeros experimentos de confinamiento.

La metodología fue algo que fue saliendo”, resume Valentina, “nunca nos planteamos una estructura sino que nos encontró en el hacer. Se ha ido construyendo en base a las cosas que hemos ido descubriendo”.

A estas alturas, consideran que la construcción de métodos es también una forma de arte: “La práctica artística está en muchos espacios, está en muchas cosas de las que hacemos, no solamente en esa obra de arte que le estamos mostrando a la gente”, añade Lía.

La ciudad significa mucho para todos los involucrados. “Hay una resonancia de la ciudad ahí; que es el lugar que yo habito, el lugar que me define, el lugar en el cual yo construyo mi vida, construyo comunidad, construyo familia, lo que sea”, dice José Miguel Candela.

Es algo que está mutando constantemente y siento que depende, al final, de todos nosotros cómo queremos que se desarrolle ese espacio”, opina Sergio, “somos seres corpóreos y seres perceptivos y pensantes con esta posibilidad de generar cambios, de apropiarnos de la ciudad, de modificarla también, ya sea desde el ámbito de la arquitectura o desde el cotidiano”.

Las reflexiones que ha desarrollado el colectivo artístico tienen su base en el movimiento y la colaboración interdisciplinar, elementos que “permiten que entendamos cuerpo y espacio como territorios”, concluye Lía, “entonces no solamente está el aspecto material sino que hay un aspecto cultural, identitario, histórico, social, político. Obviamente eso abre dimensiones que son mucho más ricas de investigar y de llevar a lugares creativos”.

Lugares creativos que trazan un largo recorrido desde la inspiración del confinamiento sanitario hacia la reconquista de la ciudad que le ha permitido al arte la retirada de la pandemia, un proceso en el que las creadoras Ciudad Corpórea se han mantenido creando e investigando en simultáneo, para desarrollar su más reciente creación en que, tras volcarse a la ciudad, la ciudad se vuelca en el escenario con todos los ángulos de la creación interdisciplinar.